-Qué aburrimiento. No le veo sentido a esta vida de pastos eternos y “dolce far niente”.
-¿Y qué? -le preguntaban las colegas de manada, que nunca se acostumbraban a su forma de hablar.
-Que siento vacía mi vida, todo el día comiendo y sin nada mejor que hacer.
…………………………………..
Érase al mismo tiempo una vaca flaca, que apenas comía, ya que había nacido en un país desértico y sin pastos. Desde que se despertaba hasta el anochecer, todo su afán era buscar alguna mala hierba que llevarse a la boca. Cuando lo conseguía, eso sí, se sentía inmensamente feliz.
-¿Cuál será el colmo de la felicidad? -le preguntó otra vaca flaca un buen día.
-Vivir en un país de verdes praderas y pastos perpetuos, sin duda
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